sábado, 21 de mayo de 2011

El trasfondo de la crisis actual. El modelo de “salida” de Islandia

Cuando en mayo de 2008 Grecia pidió ayuda financiera a los restantes miembros de la Unión Europea al no poder hacer frente al elevado interés del mercado, lo hacía considerando la “posibilidad” de que garantizaba su situación económica hasta 2012. Bien es verdad que ello le suponía un duro ajuste, pero consideraba que la desconfianza de los mercados se aplacaría y era posible recuperar una parte importante del crédito perdido. Estamos a dos años vistas de ese acontecimiento y el problema de Grecia lleva visos de haberse enquistado en la economía europea ante los insistentes rumores (¿son tan sólo rumores?) de que no podrá hacer frente a los pagos a los pagos más inmediatos
           
 El caso irlandés tiene sus matices, aunque los resultados de las “pruebas de resistencia” a las que se vio sometida su banca por “organismos independientes” nos hacen sonreír. El “tigre irlandés”[1] tuvo entonces que recurrir a parecidas recetas para recibir ayuda. Hoy, el gobierno surgido tras la obligada convocatoria de elecciones que supuso el citado debacle, ha comenzado a plantear sus reservas al exigir el abaratamiento de los correspondientes intereses. 
           
Sobre cómo marchan estos mismos derroteros en Portugal más vale no hacer conjeturas, pero todo hace presagiar que continuaremos con ajustes parecidos. En las elecciones del próximo 5 de junio, los portugueses decidirán el color de su Gobierno, pero también un futuro inmediato duro y largo[2]. Esperemos, por último, que esta serie de despropósitos no aumenten y nuestro país quede al margen[3].



[1] Apodo que recibió la República de Irlanda en relación con el rápido crecimiento económico que experimentó desde los noventa hasta 2001-2002 y que ya vemos en lo que ha quedado.

[2] Poco antes de que comience la campaña electoral, el plan de rescate incluye el desembolso de unos 80.000 millones de euros que supondrán una lista de recortes sociales, privatizaciones y cambios legales. No hay que hacer más comentarios, pero si señalar que todo lo dicho viene a refrendar el resto de nuestro “artículo de opinión”(ver “Objetivo: salvar Portugal”, el País de los Negocios del pasado 27 de marzo).

[3] No sería algo nuevo y, aunque en todos los periodos de recesión económica han tenido lugar quiebras, la Historia de España está plegada de bancarrotas: seis durante los siglos XVI y XVII, una triste herencia de los Austrias, y otras ocho con ocasión de momentos convulsos definidos por enfrentamientos civiles en el siglo XIX. Momentos en los que las cuentas públicas no pudieron hacer frente a compromisos de pago debido a que sus niveles de déficit fiscal y deuda externa y pública llegaron a ser insostenibles (ver “España no será rescatada”, por Jordi Fabregat, http://www.elpais.com/articulo/primer/plano/Espana/sera/rescatada/elpepueconeg/20110327elpneglse_5/Tes).


En los tres casos descritos, los responsables de la zona euro y el FMI desmienten que haya otra alternativa. Pero parece que no todo el mundo piensa así. Hay un país que parece empeñado en luchar contra lo que ya alguien ha definido como la DEUDACRACIA[4]. Hace pocas semanas el sesenta por ciento de los islandeses, convocados por segunda a consultas calcadas, rechazaron “cumplir la penitencia por los pecados de sus bancos”[5].

¿Es Islandia un prototipo a seguir? Un polémico profesor de la UMA, Alberto Montero[6], afirma que "es el ejemplo de la recuperación de la democracia en un sentido pleno, la rebelión contra la toma de decisiones delegada en unos dirigentes que no consultan". Los ciudadanos de los países más castigados bien podrían responder lo mismo ante consultas similares[7].

Naturalmente, surge la cuestión de porqué esta situación se ha dado en Islandia y no en los restantes países aludidos y la respuesta la encontramos en la firme determinación de su presidente Ólafur Ragnar Grímsson[8] de consultar, mediante sendos referéndum, si las propuestas del gobierno son asumibles por el pueblo. En una primera consulta, celebrada en marzo de 2010, las condiciones que se propusieron eran tan exorbitantes que la respuesta concluyó con su rechazo por el 93% de los votantes[9]. La segunda, que tuvo lugar el pasado mes de abril, los términos eran más favorables al ampliarse el plazo de devolución y rebajarse el tipo de interés, lo que presumía un respaldo, aunque modesto, al acuerdo, pero  la devolución de 4.000 millones de euros no se consideró una cantidad menor ya que representa un tercio del PIB de un país con una población de unos 320.000 habitantes. Consecuencia: Islandia se mantuvo firme y casi el 60% del censo votó por declinar hacer frente a la bancarrota de su sistema financiero que había derrochado millones de euros de ciudadanos e instituciones británicas y holandesas que decidieron colocarlos en el banco islandés Landsbanki.







[4http://www.elpais.com/articulo/economia/global/sirve/rescate/elpepueconeg/20110410elpnegeco_1/Tes

[5] Artículo de Daniel Basteiro, corresponsal de en Bruselas, publicado el pasado 17 de abril en El Periódico (ver http://www.aurorafundacion.org/?Islandia-primera-rebelion-contra).

[6] Entre otros, es autor de Ayudas agrícolas europeas: los nuevos fondos reservados, Desempleo: la mejor política gubernamental y A vivir del aire.


[7] Ver distintos números de “elEconomista” de los meses marzo y abril del presente año.

[8] Suya es la frase “Islandia es una democracia, no un sistema financiero”.

[9] “Examen a la revolución islandesa” de C. Pérez/Agencias, en el diario El País del pasado día 10 de abril.




Al desencadenarse la crisis financiera, el Gobierno protegió los ahorros de sus ciudadanos, quedando expuestos los de los extranjeros, lo que ocasionó reacciones desproporcionadas como la del Gobierno de Gordon Brown que activó la legislación antiterrorista para congelar los activos de los bancos islandeses en Gran Bretaña. Más tarde, este país y Holanda indemnizaron a sus ciudadanos a la espera de que esa factura la pagara Reykjavik. Ante el sistemático rechazo a compensar estos desembolsos, llegó el momento de las grandes declaraciones ("El tiempo de las negociaciones ha terminado", dijo el ministro holandés de Hacienda, "Islandia está obligada a pagar. Serán los tribunales los que tomen la decisión".


Islandia observa con temor que su deuda perjudica la recuperación y la liquidez del país que los gobiernos, británico y holandés, amenazan con llevar el caso al organismo que regula las relaciones de Islandia con la UE, la Autoridad de Vigilancia de la EFTA[10]. Sin embargo, el peligro más inmediato se centra en que las agencias de calificación reduzcan la categoría de los bonos islandeses. Moody's ya había amenazado con hacerlo si ganaba el no.
           
 ¿Cuál podría ser el resumen de este enredo? En primer lo que supone como “brote verde” el que exista un Estado que, como se ha dicho, pone a los mercados a la zaga de una democracia, a la decisión soberana de sus electores. Las consecuencias no son atrayentes, pero sí que lo es el respeto al voto libre. En segundo lugar, hay que destacar a unos votantes que aplican lo que reciben de un sistema público de educación[11], un pensamiento que se sintetiza en que quien la hace la paga. Basta de especulación financiera que conduce a crisis que, una vez que estallan, hemos de pagar todos mientras los consejeros de bancos y empresas se aumentan sus emolumentos y los políticos, ojo cómplices necesarios, miran para otro lado.






[10] Artículo de Walter Oppenheimer en diario El País del pasado día 11 de abril.
[11] En 2009, la ONU señaló que el sistema educativo islandés era el tercero más aventajado del planeta.






Hubo otro momento en que a algunos de nuestros padres les ilusionó el eslogan de entrada no[12], lo que nos lleva, en relación con este artículo, a dar la “bienvenida” a las consecuencias de estos gestos de arrojo democrático (posiblemente le suponga a Islandia no ingresar en la Unión Europea) que provocan el que muchos europeos veamos en este minúsculo país los primeros “brotes verdes” contra la presión explotadora del sistema bancario. Los jóvenes tenemos un futuro bastante negro, pero contamos con una edad que nos permite decir cosas que otros callan o deben callar.

             



[12] El PSOE, que se había manifestado en contra de la permanencia en la OTAN antes de ser Gobierno, usó el discurso de "OTAN, de entrada no". No obstante, en 1986 convocó un controvertido referéndum sobre dicha permanencia en que el "sí" ganó con el apoyo del 52,5% de los votantes, frente al 39,8% que votó a favor del "no".


 


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